Poliamor, ¿fraude o evolución?

Poliamor, ¿fraude o evolución?

 

Últimamente oímos mucho la palabra poliamor. Pero es tan reciente que causa confusiones y engaños. Podemos definir el poliamor como el hecho de que una persona se sienta atraída sexual y emocionalmente por varias personas al mismo tiempo. Esta atracción debe ser mantenida en el tiempo (los rollos de una noche no te hacen poliamoroso). Hay una condición más: todas ellas deben ser conocedoras de la situación y partícipes por obra u omisión. 

    La sociedad ha castigado tradicionalmente todo aquello que se saliera de lo normativo, es decir, de lo cisgénero, heterosexual y monógamo. Si tenías la suerte de encajar en todas estas etiquetas, enhorabuena, estabas salvado y tu vida sería feliz, podías ir por ahí creyendo que entendías el mundo y mirando por encima del hombro a todo aquel que se saliera del tiesto. Lo malo es cuando no encajabas del todo en este patrón. Toneladas de frustración se repartían entre la población y se gastaban como mejor se podía; agresividad, incomunicación y mucho sufrimiento eran las formas más habituales de gestionar la falta de honestidad con la naturaleza de uno mismo.

    En nuestro imaginario colectivo, como ya digo, tenemos grabado a fuego el amor normativo y romántico. Novelas como Cumbres borrascosas han contribuido enormemente a esta idea amorosa. Las novelas con situaciones amorosas más complejas, por ejemplo, La Regenta, no suelen acabar bien, porque el orden social trata de que esos personajes se sometan a sus dictámenes y estos dictámenes acaban imponiéndose, y desequilibrando una situación que habría sido estable si el poliamor se hubiera contemplado como una posibilidad. Pero es que ni eso, el poliamor no existía y no se barajaba como algo posible. Nuestras películas favoritas hablan de historias entre un hombre y una mujer en las que no cabe nadie más, pongamos por caso Titanic. Vale, es cierto, en Titanic había un tercero en discordia, el prometido de Rose, pero este sencillamente sobraba (nunca le propusieron participar de una relación poliamorosa, ni siquiera hacer un trío; los héroes y protagonistas de este film, por tanto, aspiraban a la monogamia). 

    Esta idea de amor romántico, en realidad, nació hace solo dos siglos. Anteriormente, se consideraba que el matrimonio era un vínculo que se establecía para bien de la sociedad o de familias pudientes: el hombre aportaba trabajo y dinero, la mujer estabilidad e hijos. Sin embargo, todos conocemos casos más o menos cercanos de personas que han establecido relaciones paralelas con cierto éxito... Éxito que ha durado mientras los cónyuges legítimos no han sido conscientes de tales relaciones. Series como Dead to me o Brothers and sisters comienzan con una recién viuda que acaba averiguando que su difunto marido tenía una amante. En tales series, como en la sociedad misma, se censura la actitud del marido (suele ser un hombre, porque estos han tenido históricamente mayor poder económico y social), se le critica por frívolo, por traidor, por no haber sido fiel a los preceptos monógamos. 

    Sin embargo, cabe preguntarse si realmente estas personas han sido unas desalmadas que se han aprovechado de los otros o, si por el contrario, su único delito ha consistido en haber amado a más de una persona a la vez, en haber luchado contra todo un sistema patriarcal que repudia el amor en sus formas menos convencionales, y en haber creado relaciones estables (no promiscuas) a veces durante años. 

    Y aquí vienen laspreguntas que me ha rondado, porque los escritores debemos cuestionarnos todo lo establecido y proponer historias que revolucionen, que incomoden, que provoquen, porque solo así podemos contribuir a la evolución de la sociedad. Y toda historia revolucionaria comienza con una pregunta revolucionaria. Hasta ahora la literatura también ha sido muy pusilánime a la hora de proponer nuevos modelos. No es hasta el siglo XX cuando empezamos a encontrar historias literarias fuera de los cánones convencionales, por ejemplo, La insoportable levedad del ser, donde los protagonistas sufren por no ser capaces de aceptar el poliamor que les une. Se me ocurren otros libros más antiguos, como Las amistades peligrosas, pero de nuevo aquí todo termina mal, porque los pecados hay que pagarlos. ¿Cuándo empezamos a encontrar personajes del colectivo LGTB+? ¿Cuándo la literatura se ha atrevido a proponer relaciones no convencionales y adelantadas a su tiempo? Aún hoy en día es difícil encontrarlas y el público las recibe con incomodidad.

    Por todo esto, me pregunto: ¿Existen más personas poliamorosas de las que creemos? ¿Hay personas poliamorosas que no saben que lo son, porque nadie les ha enseñado que este modelo amoroso existe, que es posible? ¿Son las personas poliamorosas víctimas de lo inculcado por la sociedad? Si es así, ¿podrían incluirse dentro del colectivo LGTB+ por no amoldarse al amor normativo? Existen personas poliamorosas de todo el espectro, lesbianas, gays, transexuales, bisexuales... Y también heterosexuales, por supuesto. En este caso, tendríamos a los primeros heterosexuales incluidos dentro del colectivo, lo cual demostraría que en la diversidad nos incluimos todos.

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