The americans

Desde niño me han fascinado las películas y series de espías. Los espías son actualmente el referente que en el siglo XIX eran para los románticos los mendigos o los piratas: personas que viven al margen de la ley y de las convicciones morales y éticas de la sociedad. The americans es una serie que no ha recibido el reconocimiento que se merece, quizá porque no pertenece a Netflix ni HBO, que parecen copar la atención del público y los galardones más importantes. Además es una serie profunda, alejada de las fantasías de dragones, vampiros o zombies. Y vivimos en unos tiempos con una máxima no escrita: si haces arte y tu arte tiene un mensaje, no esperes llegar al gran público. Pero quizá The americans tampoco pretendió nunca ser un éxito masivo, sino contar la historia (con minúsculas) de dos personas que se ven atrapadas en la Historia (con mayúsculas).
  Nos encontramos a principios de los años ochenta. Philip y Elizabeth Jennings no son esa pareja perfecta con dos hijos adolescentes que todo el mundo creen que son. O sí lo son, durante parte de su día. Otra parte de su jornada y gran parte de la noche la dedican a espiar a los Estados Unidos para informar a su verdadera patria, Rusia. Sí, estamos en plena Guerra Fría, con la administración de Reagan de telón de fondo.
  Sin duda me fascina esta serie por su facturación sin fisuras, esa ambientación tan tan currada, la interpretación de cada uno de los actores, especialmente de los dos protagonistas, que se ven obligados a interpretar en cada capítulo varios personajes (el que muestran a la sociedad, el que muestran en la intimidad, y el sinfín de personajes que utilizan para obtener información). Podrían haber caído en el tópico de devenir una especie de Misión imposible, una serie que no se tomara muy en serio a sí misma. Pero no. Optaron por reproducir una época con toda su crudeza y su grandeza también, mostrando personajes lejos de la dicotomía buenos y malos (es cierto que tiran más para la parte americana, obviamente, pero es de alabar las aristas y matices con que construyen a los personajes rusos), y planteando dilemas sociales y morales de gran calado: ¿hasta dónde debe llegar un individuo por el bien general?, ¿el fin justifica siempre los medios?, ¿quiénes somos en realidad si no dejamos de fingir nunca? Las tramas de cada temporada son excitantes, pero lo que importa en realidad son los conflictos personales que se generan cuando uno hace algo y no está seguro de si es lo correcto o no.
  Quizá me fascina esta serie por sus diálogos contundentes y cortantes como hachas; por el vértigo de vivir al margen de la ley, que es otra forma de sentirse libre; por ese último capítulo donde la acción se dirime con palabras bellas y dolorosas, y donde vemos que siempre existe una consecuencia para cualquiera de nuestros actos. The americans es sin lugar a dudas una de las mejores series que he visto en toda mi vida. Y he visto unas cuantas.

Comentarios